¡Misión cumplida!

El lunes fue el día culminante. Este año, la Hermana Olga, la directora de uno de los colegios donde tenemos beneficiarios, ofreció el uso del salón de actos para la entnrega del material. Siendo un colegio de monjas, todo estaba muy bien orgnizado y limpio: había sillas para los niños en un lado y para los padres en el otro. Al verlos a todos juntos yo misma me quedé impresionada porque este año tenemos 71 beneficiarios. También quedé muy gratamente sorprendida de ver cómo ha mejorada la higiene. La gran mayoría estaban limpios y relucientes, una imagen tan diferente de los desharapados del primer año. Aparte de los 17 nuevos beneficiarios, la mayoría de los "veteranos" llevaban su uniforme.

Asistieron al acto varias autoridades: el Delegado Distrital de Educación, la reponsable de educación de la Alcaldía de San Benito, dos concejales de la misma alcaldía, además de dos dirigentes populares y la Hermana Olga que inició el acto con una lectura sobre el tema del agradecimiento.

Como siempre en Bolivia los discursos son parte obligada de cualquier reunión, de manera que todos las autoridades tuvieron la oportunidad de pronunciarse. Luego Marco Antonio, un beneficiario que ya está en el segundo año de Ingeniería Superior en la Universidad de San Simón, tomó la palabra para instar a los más jóvenes a sacar provecho de esta oportunidad sin la cual, dijo, él no habría podido soñar con entrar en la facultad. Marco Antonio es un buen ejemplo para los demás porque siempre ha sacado buenas notas en el colegio y sigue por el mismo camino en la universidad.

Este año, Vito, el señor que nos confecciona la ropa estuvo en el acto, porque había entregado los uniformes esa misma mañana y me había traído a mi a San Benito, evitando así la necesidad de tomar el micro y el trufi. Así, tuve la oportunidad de agradecerle públicamente su cooperación a lo largo de los años y los esfuerzos que hace por mantener los costes.

Primero se entregaron los materiales escolares, luego los uniformes, después los zapatos, los calcetines y por fin los artículos de aseo. Éste es un momento de gran emoción sobre todo para los niños más pequeños que se agolpan para ser los primeros en la fila. ¡La Hermana Olga era la encargada de imponer orden! En un momento determinado hubo lamentos "¡Yo no he recibido mi uniforme!" Los nuevos beneficiarios no se habían dado cuenta de que sus uniformes estaban dentro de las mochilas. Una vez esclarecido el tema volvieron las sonrisas.

Después de la entrega se distribuyeron unas empanadas y un refresco tanto a los niños como a sus padres.

¡Misión cumplida!