Improvisaciones

Hoy fue un día lleno de improvisaciones. En teoría se tenía que haber finalizado el paro del transporte anoche, pero esta mañana cuando salí del hotel a las 7 vi que no circulaban los trufis/micros, aśi que tuve que tomar un taxi hasta la parada desde donde sale el transporte para Punata. Había un trufi-taxi (taxi colectivo) a punto nde salir y quedaba una plaza libre así que monté.

Cuando llegué a San Benito a las 8:10 circulaba el tráfico con normalidad pero diez minutos más gtarde llegó un micro desde Punata, bajaron los ocupantes que resultaron ser piquetes sindicales y pararon todos los vehícuulos de ftransporte público, obligando a los pasajeros a apearse. Luego uno de ellos sacó unas tijeras muy grandes y pinchó el neumático de atrás de un taxi.

Cuando llegó Primo nos acercamos a la casa del señor que habíamos contratado para llevarnos a Chaki Kh'ocha pero dijo que no podía ser porque le echarían una multa de 300 bolivianos si no le cortaban los neumáticos. Tenía miedo. Entonces Primo fue a hablar con el dirigente del sindicato de los ta xis quien le aconsejó que esperásemos una hora o dos a ver si se calmaban las cosas.

Para no desaprovechar el tiempo fuimos andando hasta la ladrillería en las afueras de San Benito para hablar con algunas familias cuos hijos están en el proyecto y entrevistar a algunos otros que se están postulando para entrar.

Después volvimos al sindicato pero nos informaron que era inútil y que no podrìamos salir. ¿Qué hacer? Optamos por salir andando por la carretera para ver si podríamos llegar a la casa de Doña Sandra, la madre de un niño que acaba de entrar en el proyecto. Después de unos 2 kms. vimos salir un coche de un camino y le pedimos que nos llevara un poco del camino. Resulta que él etaba buscando la manera de llegar a otro lugar pero no conocíamos los caminos, así que Primo le pudo indicar por donde se tenía que ir y así nos acercó algo maś adonde querìamos llegar.

Después de bajar del coche nos fuimos andando por un camino lleno de cantos rodados y, preguntando a los vecinos que enconr+abamos por el camino, por fin llegamos a la casa de Doña Sandra que tendrá unos 33 años o así y ya tiene 7 hijos, el mayor de los cuales tiene 16 años y el más pequeño unos 2-3.

Vive al pie de la montaña y ella misma siembra su maiz y labvra la tierra. Tiene un marido pero debe de padecer alguna enfermedad mental. Ella dice que está "embrujado". Antes el marido la pegaba mucho pero ahora el hijo mayor se lo impide.

Es una mujer muy emprendedora. Hace cigarillos que vende en el mercado de Tiraque. Mañana tendrá que estar en la carretera a las 5 de la mañana para llegar al mecado y montar su puestecito. También hace cántaros de barro para la fermentación de la chicha y cocinitas de barro.

Después de esta visita nos pusimos en marcha para volver. Como no circulaba el transporte público optamos por sentarnos un rato a la sombre de una acacia que aquí llaman algarrobo pero que no tiene nada que ver con el algarrobo español. Milagrosamente, después de algún tiempo apareció un micro - otro que buscaba la manera de llegar a Qliza sin salir a la carretera general. De nuevo Primo pudo indicarle el camino y nos llevó hasta el cruce de Qliza.

Allí nos pusimos a esperar y mientras esperamos compramos unos melocotones a una cholita que tenía su puesto a la sombre de un árbol. Después de un tiempo apareció un taxi, pero el chofer no quería seguir camino. Al final los pasajeros consiguieron convencerlo de que siguiese un poco y pudimos montar nosotros también. En el asiento de atrás estábamos dos maestros que volvían a casa, Primo y yo y delante un señor gordo con su esposa y dos hijos. La mayor parte del trayecto lo pasamos intentando convencer al chofer de que siguiese un poco más. Al final nos llevó hasta el Km. 9 y allí nos pusimos a esperar otra vez.

El último taxi nos llevó hasta Cochabamba donde comimos algo. ¡Cubiertos de polvo la cosa más apetecible era una ducha!